lunes, 18 de febrero de 2013

Así nos va


Puede que Florentino Fernández tuviese gracia allá por el paleolítico, cuando Krispin Klander o El Informal, pero últimamente sus programas son algo así como que te cuenten el mismo chiste por tercera o cuarta vez. Dentro de su inexorable caída en picado, merece capítulo aparte su ultima obra, “Así nos va”, con la que más que tocar fondo, parece estar excavando en el mismo frenéticamente con una pala. A Fernández y tropa les ha colocado Antena 3 en la Sexta, a ver si rascan algo de audiencia con humor de sobremesa tras el fiasco de “Alguien tenía que decirlo”. Es evidente que los directivos no se han dado cuenta de las razones por las que fracasó aquel programa, en primer lugar porque frivolizar con temas tan dramáticos como los deshaucios, los recortes, o la corrupción, no tiene ni puta gracia, y en segundo, porque Flo tiene la misma credibilidad tratando de poner en marcha un programa de humor reivindicativo como la que tendría Aznar cantando puño en alto la Internacional.

El decorado se pretende de cartón piedra, fiel reflejo, aunque involuntario, del simulacro de humor del que hace gala mediante chistes del nivelazo, atención, de “la situación del país es tan mala que ya la llaman Higuain”, cuando no de perlas directamente xenófobas como “el cubano estaba tan emocionado que parecía que en lugar del Goya le hubieran concedido la ciudadanía española”. Ignoro si los guionistas del programa fueron los mismos que le escribieron los forzados y cargantes monólogos a Eva Hache para la ceremonia de los Goya, aunque visto lo visto, no me extrañaría.

Tras la presentación, continuaba el reportaje llevado a cabo por una rubiaca a la que nada más verla  quedaba claro que había sido seleccionada por su facilidad de palabra y capacidad de dicción. Mala de cojones, aunque que más da si sirve para arrastrar frente a la pantalla al sector pajillero de la audiencia, que aquí se va a lo que se va. De todas maneras, si esa era la intención, su presencia resulta redundante, ya que para mantener enganchado a ese segmento del público, ya bastaba con los escotazos de Anna Simón (¿los lucirá por contrato?).

Remontó un poco el vuelo, aunque tampoco mucho, la presencia de Sergi Más, histórico del humor en TV3, el cual uno no se explica muy bien como ha decidido participar en semejante engendro. Pero la guinda ya vino con el reportero alemán, el cual nos iluminó dejándonos claro que los parados no tienen derecho más que ir de la oficina del paro a casa, a hacer acto de arrepentimiento, penitencia, y constricción por no estar levantando España (por vagos, se sobreentiende), y de ningún modo tienen derecho a disfrutar de una caña en un bar. Más allá de la falta de respeto que esto supone para cerca de seis millones de personas en este país,  el intento de ridiculizar la visión que el país extranjero líder de Europa (que tampoco es que me caiga especialmente bien, pero las cosas como son) pueda o no tener de nosotros responde a una intención muy poco disimulada de culpar el “enemigo extranjero” de los males interiores, muy utilizada por gobiernos fascistas para descargarse de responsabilidades (¿se acuerdan los más mayores de la clase de “la pérfida Albión”?), y también llevada a cabo, sin remontarnos tan lejos en el tiempo, por el último anuncio navideño de Campofrío. Después, un presunto reportaje transgresor desde el interior de la gala de los Goya, donde la radical transgresión por parte de los guapísimos y repeinados reporteros consistía, agárrense, en haber pegado un chicle al la base de un micro que captaron las cámaras durante la emisión de la gala. ¿Les propondrá la dirección del programa para el premio Ortega y Gasset de periodismo? Sobre el insípido y fugaz debate que cerraba el programa ya no vale la pena ni comentar.

En definitiva, deberían haber aprendido  los directivos de Antena 3 o la Sexta que para realizar un programa de humor que goce de un medianamente relativo éxito no basta con coger algunos rostros conocidos y repetir topicazos y clichés más bien rancios y casposos, que de sobados ya cansan a unos espectadores cada vez menos proclives a tragarse lo que les echen. Por lo menos, sin reflexionar de forma crítica sobre lo que están viendo, ya que, por mucha promoción con la que inunden la cadena, puede que al fin y al cabo la gente no se atan idiota como parecen creer, señores directivos. Tal vez, en televisión, puede que no sea una buena política de empresa insultar la inteligencia del espectador, si no quieren que el programa se acabe hundiendo (lo más probable, si aún queda algo de justicia en este mundo), y tengan que acabar entonando una y otra vez, cual plañidera en funeral, el nombre del programa. 

2 comentarios:

  1. Nunca me gustó Florentino. Lo único que supo hacer fue plagiar a Chiquito de La Calzada. Nada más. Deplorable.

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  2. Tu forma de escribir, de exponer las ideas, tan lúcida y de corrida, salpicada de coherencia y cultura técnica me recuerda a un tal "Héctor" de seudónimo. No el Héctor hipertrofiado que aparecía en un programa casposo cuyo mérito y función básica era hacer lucir sus músculos y decir "Yo soy Héctor"(cosa que me ha recordado este artículo), sino otro más hipertróficoa a nivel intelectual, con el que compartí un curso de escritura creativa hace como una década en la escuela de escritores de Madrid, a la cual tuve el privilegio de asistir de forma electrónica, ya que soy de Alicante. Ha sido un placer leerte, y si fueras él, de nuevo; seguiré con interés tu blog. A más ver. NR.

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